viernes, 4 de febrero de 2022

Capítulo II: Bosques de sombras

 - Ahí se ven unas volutas de humo- indicó Rolf -  no parecen muy preocupados por pasar desapercibidos.

- Son unas bestias, pagarán por su osadía - respondió con rabia Franco.


- Bueno, pero esas bestias fueron muy eficientes contra ustedes, Roger estará encantado- le replicó Rolf sin ocultar el desprecio que tenía por los guardias de Sombrese.


- ¿Tanto odias a la guardia de Sombrese? - preguntó el joven oficial de guardia - Los que nos atacaron sólo buscan el caos en la región.


- Debes ser noble, solo los que tienen el estómago lleno no ven lo que ocurre con su gente  - la respuesta de Rolf fue rápida y sincera


- Hablas como si supieras mucho - el joven guardia se negaba a aceptar que la situación de Sombrese no era buena.


- Pareces ciego, pero es tu trabajo hacerte el ciego ¿no?, si vamos a contraatacar podría decirme cuántos eran los atacantes - No valía la pena discutir con un soldado obtuso - hay mucho humo para una sola fogata.


Rolf y Franco se habían  internado por el borde del claro, les fue difícil llegar por lo tupido que era el bosque oscuro y retorcido, antiguo como el reino dirían los escribas del emperador. Dejaron a los caballos amarrados y se siguieron adentrando entre los grandes árboles que escondían el campamento de los hombres que habían atacado la comitiva. Luego de haber movido las ramas de los arbustos pudieron ver las peores señales que hubieran podido desear, gran parte de las tiendas estaban quemadas, armas rotas, manchas de sangre por todas partes, Rolf estaba sorprendido por el tamaño del campamento, no parecía que fuera para un grupo pequeño; casi parecía una base para prácticas militares.


- ¿Quién se nos pudo adelantar ? - preguntó Franco en voz alta.


- Al parecer había más de un grupo de mercenarios buscando este botín - luego de pasar entre un par de telas, restos de una tienda, Rolf se enfocó en lo que buscaban - ¿Ves algo?


Los dos jóvenes dieron un rodeo a la sangre, la que estaba por donde miraban, volutas de humo que se perdían en el ocaso de un día que había estado nublado y seco. El olor a entrañas era de esperar, aunque no podían divisar ningún cadáver, lo que sí se oía eran los aleteos de aves, no podían ser más que buitres y más de algún cuervo.


- Esto no está bien, parece que los bandidos no quedaron satisfechos con el botín, hay demasiados cadáveres - señaló Franco a Rolf.


- ¿Quién podría ser tan eficaz? - miró el ex escudero la tierra a sus pies y la palpó , unas pisadas apenas tocaban el suelo en algunos tramos, a pesar de esto las marcas estaban muy profundas en otro y su forma no era una bota cualquiera, y si quien la produjo estaba con armadura, debía ser de cuero y quien las llevaba muy ligero por el movimiento, pero ¿Por qué las otras marcas? conjeturaba Rolf.


Franco se movía de un lado a otro, muy inquieto. Rolf lo vió alejarse y empezó a buscar entre los carros más cercanos, pasó por unas tiendas de campaña, el joven vagabundo lo siguió con la mirada en un principio, para finalmente dirigir sus pasos hacia las marcas que iba dejando el guardia sombresino. El ex-escudero tuvo tiempo para mirar el camino que iba atravesando y así pudo identificar un par de escudos al parecer robados a los perros de Roger, aunque unos pocos  cadáveres yacían adornados con una mezcla de uniformes de distintos ejércitos. Rolf dió un rodeo buscando alguna señal de los mercaderes o algún sobreviviente, el viento avivó uno de los pocos fuegos que quedaban, quemando una carreta que al parecer llevaba víveres. Por ese sector se veían las huellas de las ruedas de más carros y muy suavemente un par de las ligeras impresiones idénticas a las huellas anteriormente vistas, pero sin duda las manchas que se veían en los carros y la tierra no eran de agua, esto podría ser más una pesadilla infernal que un ataque cualquiera.


No lejos de estas Rolf encontró un carromato el cual logró forzar, ruidos lejanos de las aves carroñeras y el viento, sus humores se combinaron y como una cuerda tensada antes de disparar, tomó en una mano su espada y con la otra se vió obligado de asir una antorcha. El tiempo había pasado más rápido de lo que creyó el joven errante y ya la noche reinaba en el claro del bosque. Una de las tres lunas estaba oscura, una ya estaba a medio y solo la tercera hija, Varsya, estaba iluminando. Con su antorcha disipó la oscuridad al interior del vehículo de madera, que por decisión o suerte no fue quemado. Mientras el ex-escudero entre los paños y otros artículos voló una olla que el joven esquivó sin mucho problema.


- Hey, esa no es forma de agradecer - saludó el joven a un par de viejos que estaban en el fondo a quien vio antes de una mujer mayor junto a una violenta joven que al parecer fue quien lanzó la olla


- ¿Dónde están los demás, maldito mercenario? - gruñó la zagala que ayudaba a pararse a uno de los viejos - No tenemos nada para darte


- Yo no quiero nada, quedaos aquí mientras busco al resto -sentenció finalmente el mozo errante.


Rolf fue en busca del resto de los mercaderes, caminó por entre el barro que no era sólo mezcla de agua y tierra, era un olor fuerte, ácido, debían ser humores que dejaban el cuerpo, vio que cerca estaba un carro más grande que probablemente servía de cárcel para otro grupo. Quizás ellos sabrían qué había ocurrido. Apuró el paso hacia el transporte cuando algo intentó tomar de su brazo; era un hombre grueso que tenía una indumentaria que le hacía recordar una mezcla de mercenario y uno de sus amigos del grupo liberador del claro. Estaba aterrado, su rostro lleno de espinillas era el de un muchacho no mayor a los quince ciclos, sus ojos desorbitados miraban alrededor, mientras con una mano le indicaba que se mantuviera en silencio.


- ¿Qué pasó aquí? - le preguntó en susurro Rolf


- Están todos muertos - dijo muy bajo mientras empezaba a lagrimear - él se escapó por culpa de los peludos y los mató a todos.


- ¿Quién es él? - el joven errante necesitaba saber más información por si tenía que enfrentarse al asesino.


- No lo sé, nunca había visto algo así, es horrible, vive y no vive, solo hace caso a uno de los viejos.


- Encontremos al viejo, entonces.


- Noooo, no podemos -  el joven de repente se puso agresivo y emitió un chillido mientras trataba de atacar a Rolf con un pequeño cuchillo.


El joven errante casi soltó la antorcha al chocar su brazo con el del extraño muchacho. Rolf no quería matar al chico, pero debía defenderse, el chico intentó dar un par de golpes más, pero al ver la imposibilidad de dañar a Rolf, salió corriendo. El extrañado ex-escudero sabía que faltaban demasiadas piezas para poder explicar la totalidad del asunto. Rolf se quedó mirando un momento la carrera del muchacho que se comenzaba a perder entre las sombras, desde un costado un destello gris y un viento levantó al joven, quien se sacudió como un pez fuera del agua.


El ex-escudero corrió hacia el lugar intentando ver qué ocurría, a los primeros pasos vió un ente enorme, Rolf abrió sus ojos de par en par; era como una pesadilla que se volvía a repetir, la criatura era casi idéntica a la que había matado a su amigo, pero aun más terrible, en varios lugares poseía parte al parecer de armadura y el brazo que mantenía  en el aire al pobre zagal aterrado en el aire, era una sólida punta de metal casi del largo de una alabarda. El joven errante perdió su adquirida tranquilidad, corrió como nunca, pero aun así no alcanzó a cubrir la mitad de la distancia, apuró el paso sin importar que había en el camino. El ex-escudero pudo ver mejor de más cerca, al ente inalterado, esto que sería considerado humano porque así eran sus miembros, poseía partes de distintos cuerpos, la mayor parte del torso era oscuro con la piel y carne así como la de los monstruos que volvían a atacarlo en sus pesadillas con los subterraneos de nievegrís.


- ¡¡¡¡Muere, criatura del abismoo!!!! - Rolf tiró un corte con su espada mientras gritaba como enajenado, intentando alejar al ser que se movía tan ágil que una pantera sombra.


El entidad salida de sus pesadillas hizo un sonido que parecía el castañear de los dientes de un humano, el ex-escudero dio un corte diagonal que pasó soltando chispas ¿Eso era un cascó astado con tornillos? Aunque Rolf intentaba golpear a la criatura esta no intentaba acabar con él como lo hizo con el otro joven. En un momento se acercó mucho y pareció olerlo, aunque no se veía nariz alguna. A cada corte o estocada, pasaba con rapidez y  contorsiones inhumanas, parecía que jugaba con él, en uno de esos retorcidos movimientos llegó corriendo Franco blandiendo una larga lanza.


- ¡A él, Sombrese! - era el grito del ejército, al parecer el uniforme de la guardia era un disfraz. Aunque veía difícil la empresa, Rolf también intentó de acometer contra el extraño ser, este lo ignoró casi por completo y fijó su atención en  Franco, lanzó un chillido horrible y girando su torso totalmente, desarticulando la espalda, mientras deslizaba la lanza con su asta de metal le arrebató la vida al enloquecido muchacho. Estaba ya lejos del alcance de Rolf y ya dispuesto a dar uno de sus terribles ataques cuando una bola incandescente cayó a los pies de la criatura.


Después del estallido de luz y sonido, una cortina de humo le impedía ver al joven errante más allá de un par de lanzas. Acercándose en guardia, vio un enorme bulto en el suelo, al parecer lo que no podían hacer los aceros y fuerte brazos lo lograba hacer la inteligencia, la criatura yacía en el suelo. Franco que estaba a unos tres cuerpos se veía como una sombra que caminaba atontada, cuando ya estaban más cerca el joven guardia había recuperado compostura y se disponía a terminar con el ente.


- Aberración del Círculo, llegó tu hora - las palabras del joven dejaron sorprendido a Rolf.


- ¿Qué dices? - preguntó sin poder aceptar lo que oía.


- Calla y ayúdame - decía Franco bajando la lanza contra la criatura, cuando esta saliendo de su estupor, enterró su brazo-jabalina en la clavícula del guardia y de un salto se levantó y se lo llevó de nuevo con su castañeo.


- ¡¡¡Rolf, que destruyan al círculo de plata!!! - gritó Franco - Dile a la tríada que vienen.


El joven vagabundo intentó seguir a la criatura, pero luego de que se disipó el humo, estaba la noche más oscura aún, las nubes cubrían la poca luz que irradiaba la hija de Varsya. De la nada sintió pasos más ligeros a su espalda y se dio vuelta cubriendo un flanco con la espada y el otro con la antorcha que se apagaba; era la chica que estaba en el carromato.


- ¿Dónde está? - preguntó ella.


- Se lo llevó la criatura - dijo Rolf.


- Preguntaba por la cosa - contestó la chica - al parecer esa cosa, era la mercancía que todos querían, la traía un viejo que se unió al sur de Sombrese, mi nombre es Palu.


Después de ver quién más estaba con vida en los otros carros, hicieron un círculo con ellos y pusieron una fogata en el centro. Al rato llegó un pelotón de exploradores de la banda alada, blancos en contraste con lo que quedaba de la noche; uno de los viejos había enviado un Tiucarcaro (pájaro de mensajes), pero no había rastro de la criatura. Al parecer la mayor parte del grupo eran mercaderes ,algunos con su familia. Palu era la hermana menor de un comerciante de lanas y telas al que le encantaba hablar. El resto estaba choqueado, a excepción de una pareja de personajes muy extraños, tenían muchos bordados más que similares a los de Ser Varus, si hubiera atendido más al mentor en heráldica los podría haber distinguido. Intercambiaron noticias y rumores, luego de averiguar que el imperio  Amarillo seguía igual; los conservadores intentando impedir las ideas del rey Harold y los liberales pagando por su osadía, lo único interesante de escuchar era que un nuevo secretario de Aduanas del emperador, un tal Alexis, provocó un escándalo al descubrir el robo de los impuestos de los comerciantes porteños ¿Sería su hermano?

Los dos ancianos eran gente muy distinta, poseían un aire de tranquilidad. Fueron los que mantenían la calma y tomaron el control de las decisiones del grupo ante la muerte del guía y ataque del extraño grupo llamado Los Lobos .

Rolf pidió ayuda para darle sepultura al chico, enviaron a uno de los más jóvenes, pensó que los cuerpos serían revisados, pero solo cumpliendo cierto modo que al parecer estaba decidido previamente, no veía a nadie tomándose los bienes ajenos, ni peleando por ello.

Cuando ya se decidió que los comerciantes se irían con el pelotón de reconocimiento, Rolf tuvo que hacerse la idea de seguir su camino solo, pero se dió de lleno con otra de esas bifurcaciones en la vida que no las vemos como tal, hasta que los años nos dicen lo contrario. Si bien, sabía perfectamente que tanto la mujer como el hombre podían ser tan mortíferos como independientes, le preguntó a la anciana primero por el parecido que compartía con una de las hermanas de su madre, que aunque distante, siempre lo trató bien.


- Disculpe, ¿usted no va al Valle de la Roca? - Rolf intentó ser lo más cortés posible.


- No, joven, mi viaje con ellos termina aquí, que tengas un buen camino, quizá ese roble añoso necesite más tu compañía.


Rolf ante esa respuesta se acercó al anciano, manteniendo el tono protocolar.

- Qué suerte, señor, yo voy por los mismos rumbos. Podríamos sernos útil ir juntos - siguió en sus intentos.


- ¿De qué le serviría a un joven guerrero ir con un viejo? - dijo el hombre mayor, parecía que no necesitaba tanto la compañía como había dado a entender la mujer 


- Me gustaría saber de la región que desconozco, además hay que darle oído a la experiencia- respondió Rolf como en un catecismo - y usted se parece a un hombre muy sabio que tuve la oportunidad de conocer.


-¿A quién te refieres? - preguntó el venerable hombre entrecerrando los ojos.


- A Ser Varus de Los Ríos - respondió Rolf siendo amable


- ¿Te refieres a Lord Damian Angel de la Tri-Cruz MonÇalves y Ventimiglia? Pero él está desaparecido hace años.


- No sé, no le conocía ese nombre - respondió Rolf, luego lo describió como lo recordaba.


- Si, hablamos de la misma persona - dijo pensativo el viejo -  al parecer tenemos mucho de qué conversar.


Y aunque la sombra de la criatura quedó marcada en la memoria de Rolf, y las palabras de Franco dejaron preguntas a las que sin duda tendría que responder, nuevos caminos deberían ser recorridos antes de emprender la marcha hacia esos otros. El joven errante seguirá con su caballo Noche para dar respuesta a un enigma menor para el mundo, pero que aún no sabe siquiera plantear: ¿Cúal es tu destino, Rolf?


Continuará ?


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